sábado

Los alucinógenos vuelven a la psiquiatría

Varias universidades norteamericanas retoman su estudio para el tratamiento de ciertas afecciones mentales

John Tierney
The New York Times

NUEVA YORK.- Como psicólogo jubilado, Clark Martin tenía una buena relación con los tratamientos tradicionales para la depresión, pero su propio caso parecía intratable cuando le tocó luchar contra el cáncer de riñón y utilizar quimioterapia y otros tratamientos penosos.

Nada de eso tuvo efecto durable, hasta que a la edad de 65 años tuvo su primera experiencia psicodélica. Dejó su casa, en Vancouver, para tomar parte en un experimento de la universidad médica Johns Hopkins en el que se utilizaba psilocibina, sustancia psicoactiva hallada en ciertos hongos.

Hoy en día, los científicos están adoptando una nueva postura ante los alucinógenos, que se habían convertido en tema tabú entre los reguladores luego de que entusiastas como Timothy Leary los promovieran en los años 60 con el eslogan de "encienda, sintonice y abandone". Ahora, al utilizar rigurosos protocolos y salvaguardas, los científicos lograron el permiso para estudiar una vez más el potencial de estas drogas para tratar problemas mentales y aportar luz sobre la naturaleza de la conciencia.

En primera persona

Luego de tomar el alucinógeno, el doctor Martin se puso una máscara en los ojos y auriculares, y se tiró en un sillón para escuchar música clásica mientras contemplaba el universo.

"De pronto, todo lo que me era familiar comenzó a evaporarse -recordó-. Imagine que se cae de un bote en medio del océano, se da vuelta y el bote se ha ido. Luego, también el agua desaparece, y luego es uno el que se va."

Hoy, un año más tarde, Martin asegura que una experiencia de seis horas para ayudarlo a sobreponerse a su depresión transformó profundamente sus relaciones con su hija y amigos. Considera que ha sido el hecho más significativo de su vida, lo que hace de él un miembro típico del creciente club de pacientes que experimentaron este tratamiento.

Investigadores de todo el mundo se reúnen esta semana en California, en el más importante congreso de ciencias psicodélicas llevado a cabo en Estados Unidos en cuatro décadas. Planean intercambiar ideas sobre estudios realizados con psilocibina y otras drogas psicodélicas para el tratamiento de la depresión en pacientes con cáncer, en el trastorno obsesivo-compulsivo, en la ansiedad del fin de la vida, en el estrés postraumático y en la adicción a las drogas.

Hasta ahora, los resultados son alentadores, aunque preliminares, y los investigadores aconsejan no sacar demasiadas conclusiones de estos estudios en pequeña escala. No quieren repetir los errores de los años 60, cuando algunos científicos se convirtieron en predicadores y exageraron su comprensión de los riesgos y beneficios de las drogas.

Como las reacciones ante los alucinógenos pueden variar, han desarrollado guías para establecer un entorno confortable con monitores en la habitación para tratar las reacciones adversas. Se han establecido protocolos estándar de manera que los efectos de las drogas puedan ser evaluados con mayor precisión, y también han observado de forma directa las reacciones ante ellas, escaneando el cerebro de las personas que se hallan bajo la influencia de los alucinógenos.

Los científicos están especialmente intrigados por la similitud entre las experiencias alucinógenas y el cambio de vida del que hablan los místicos y los que meditan. Estas similitudes fueron identificadas en estudios de imágenes neurales dirigidos por investigadores suizos y en experimentos liderados por Roland Griffiths, de Johns Hopkins.

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