martes

La paradoja de la depresión sin tristeza

Las personas tienen síntomas físicos y es más común en aquellas que no pueden expresar sentimientos; el riesgo crece con la edad

Gabriela Navarra
Para LANACION.com

Suelen ir al médico -generalmente al clínico- con una colección de síntomas físicos molestos: problemas para dormir, cansancio, más o menos apetito que de costumbre (y, en consecuencia, alteraciones de la balanza para arriba o abajo), ausencia de deseo sexual, problemas de concentración, sensación de falta de aire, taquicardia.
Pero? a la pregunta del galeno sobre el estado de ánimo, estos pacientes, casi siempre sonrientes y tranquilos, responden: "Bien, de ánimo bien."
Sin embargo, no están nada bien. Si se profundiza y se hacen algunas preguntas clave, tarde o temprano podrá comprobarse que esa persona pletórica de síntomas que la medicina llama "vegetativos" en realidad está padeciendo una depresión, pero no una depresión cualquiera sino un tipo especial de síndrome depresivo caracterizado paradójicamente por la ausencia de tristeza. Más bien, podría decirse, por la incapacidad de sentir que se está triste, de reconocerse en ese sentimiento.
"Es un problema que estamos estudiando especialmente en adultos mayores, aunque también hemos detectado casos en personas más jóvenes", responde a La Nacion por vía telefónica desde los Estados Unidos el doctor Sergio Paradiso, un italiano nacido en Sicilia que trabaja desde hace varias décadas como profesor asociado de psiquiatría y neurociencias en la Universidad de Iowa, donde en invierno, se lamenta, hace un frío glacial.
Comenta que "son sujetos que ingresan en el consultorio sonriendo y así siguen mientras describen sus síntomas físicos, pero que a la pregunta de si realmente están contentos de vivir, pueden llegar a contestar con un gesto evasivo, admitiendo ante otra pregunta que sí, que a veces creen que tal vez su familia se sentiría mejor si ellos no estuvieran? o que tienen sentimientos de culpa o pensamientos de falta de esperanza en el futuro".
La ideación depresiva está, están los síntomas vegetativos, pero falta el aspecto anímico de la depresión, no existe conciencia de las emociones o de lo que ellas significan. "En el examen psiquiátrico se distingue entre una tristeza que el paciente dice que tiene, algo que en este caso no ocurre, y una tristeza que el paciente no describe, pero que el evaluador ve, que es lo que sucede aquí."
La depresión no disfórica -otra forma de llamar a este trastorno- parece aumentar su frecuencia luego de la quinta década de vida, y aunque no existen muchas estadísticas, se estima que la padece un 5% de la población mayor de 50 años, sin distinción de sexo. En la Argentina, llegaría a poco más de 415.000 personas, según los datos poblacionales disponibles del Indec para 2001.
Pero, según aclara Paradiso, posiblemente exista mayor riesgo de este tipo de síndrome depresivo en personas con una cierta disminución de la capacidad cognitiva.
"En nuestras investigaciones hallamos una relación significativa entre sujetos que tenían depresión no disfórica y peores resultados escolares durante la niñez. ¿Si se relaciona con la inteligencia? En términos generales el desempeño escolar es un buen predictor de la inteligencia en general, incluida la emocional, que uno tendrá cuando adulto", explica el experto, que habla cuatro idiomas, entre ellos el español.

Emociones sin palabras


La pobreza expresiva de quien padece depresión sin tristeza está claramente ligada a la dificultad de comunicación y a la concientización de los propios sentimientos. En esto, admite Paradiso, influyen también condicionantes culturales y estilos de crianza.
"Creemos que hay un problema de alexitimia, una incapacidad de conciencia emocional que está parcialmente conectada con la inteligencia analítica, pero que también tiene aspectos particulares -explica-. Las inteligencias emocional y analítica mediadas a través de la memoria o la atención están conectadas, aunque se suelen citar casos de gente que es muy inteligente y tiene relativamente poca inteligencia emocional."
Para sufrir este tipo de cuadro se necesitan genes que predispongan a la depresión o condiciones de vida como estrés o traumas, junto a una capacidad inferior de conciencia anímica. "Esta conciencia anímica inferior puede estar influida por estilos de crianza: en algunas familias se favorece el ser estoico, no hablar nunca de la propia emoción y no se desarrolla una capacidad verbal de transmisión de los sentimientos. Este aspecto no se puede excluir", propone el investigador.
También existen algunas situaciones que pueden predisponer a la presencia de una depresión no disfórica o sin tristeza.
"Tener lesiones cerebrales, por ejemplo un stroke o ataque cerebral en el hemisferio cerebral derecho, incrementan el riesgo -aclara el especialista-. Puede ocurrir también cuando se ve afectada puntualmente la corteza cingulada anterior, lugar de la conciencia de las emociones. Este deterioro también puede presentarse en otras enfermedades neuropsiquiátricas, como la demencia frontotemporal y el Parkinson, y debido a cambios de esa región cerebral ligados con el envejecimiento, que conlleva una disminución de la capacidad de procesamiento emocional y un grado incrementado de alexitimia."
La depresión no disfórica puede asociarse a comorbilidades, es decir, a otras enfermedades. Pero, a menudo, cuando se ordenan exámenes de rutina para explicar los síntomas físicos que la persona describe (cansancio, disminución o aumento del apetito, falta de concentración, falta de deseo sexual) todo aparece dentro de lo normal. Sin embargo, están deprimidos.

Características únicas


La depresión sin tristeza no tiene nada que ver con la distimia, que es una forma más moderada de depresión a largo trazo, pero donde la persona es totalmente consciente de su sentimiento de tristeza, ni tampoco con la depresión ansiosa, que implica la concientización del problema.
"El depresivo sin tristeza no siente pena ni siente ansiedad -afirma Paradiso-. Ha transferido todo su malestar al cuerpo y no puede expresar ninguna emoción vinculada con lo anímico. Si un médico recibe a un paciente que se queja de síntomas físicos, pero cuyo organismo funciona bien, es un caso para estudiar un poco más. En clínica geriátrica, especialmente, es necesario profundizar para descartar o no la presencia de un cuadro que, de no tratarse, puede extenderse en el tiempo por falta de tratamiento o aumentar el riesgo suicida, presente en todo cuadro depresivo."
El llamado a la intervención puede también venir de los familiares. "Si alguien de pronto tiene problemas para dormir o ha bajado involuntariamente de peso o un esposo cambia su actitud y está cansado, sin ganas de vivir, y los fines de semana ya ni se levanta para mirar fútbol en la tele, se recomienda la consulta", indica el experto.
¿Existe alguna forma de ponernos más a salvo? Paradiso afirma que una clave es no huir de las propias emociones y sentimientos y conocerse mejor anímicamente.
"El problema se puede tratar con medicamentos y psicoterapia. Pero lo primordial es ser conscientes y pedir ayuda. Luego, de una u otra manera, se puede salir adelante porque hay muchas maneras de tratar la depresión", finaliza.

TRES SIGNOS CLAVES
1. Está relacionada con el nivel de alexitimia, la incapacidad para concientizar las propias emociones y expresarlo verbalmente.
2. Las personas expresan síntomas y malestares físicos (insomnio, cansancio, exceso o falta de apetito, disminución de la concentración, falta de deseo sexual), pero no se sienten tristes ni ansiosas.
3. Podría estar asociada con el deterioro de un área del hemisferio cerebral derecho vinculada con el procesamiento de las emociones.

Enlace fuente: http://www.lanacion.com.ar/1351260-la-paradoja-de-la-depresion-sin-tristeza?

viernes

El ejercicio frena la pérdida de memoria

* Andar 40 minutos tres días a la semana aumenta el tamaño del hipocampo
* También eleva los niveles de factor neurotrófico derivado del cerebro
* La plasticidad de ciertas zonas cerebrales se mantiene pese al paso del tiempo

Patricia Matey | Madrid
ELMUNDO.es

No hay que parar quieto, se tenga la edad que se tenga, sobre todo si se desea mantener 'intactos' los recuerdos. No es la primera vez que un estudio constata que el ejercicio físico ayuda a preservar la memoria, pero sí es de los pocos en los que han intervenido pruebas de imagen cerebrales para constatar que el deporte aumenta el volumen de las zonas cerebrales relacionadas con esta función cognitiva.

Arthur Kramer, autor principal del estudio y director del Instituto Beckman en la Universidad de Illinois (EEUU), asegura que "los datos obtenidos son particularmente interesantes porque constatan que incluso pequeñas cantidades de ejercicio realizadas por las personas mayores sedentarias pueden mejorar sustancialmente la memoria y la salud cerebral . Y esta mejoría puede tener importantes implicaciones en la salud de los ciudadanos de las naciones en las que el envejecimiento se está expandiendo."

De la misma opinión se muestra Julio Sanjuan, del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), quien en declaraciones a ELMUNDO.es reconoce que "la investigación, realizada con la metodología correcta, es muy interesante".

El deterioro del hipocampo (la estructura del cerebro que involucra la formación de todos los tipos de memoria) se reduce un 2,1% anual en los adultos mayores sin demencia, y esta pérdida de volumen aumenta el riesgo de deterioro cognitivo. "Las estrategias para combatir el deterioro del hipocampo y, por tanto, de la memoria, se han convertido en un tema prioritario en los últimos años desde la perspectiva científica y de salud pública. La actividad física, como el ejercicio aeróbico, se ha convertido en un tratamiento prometedor de bajo coste que mejora la función neurocognitiva y que es accesible a todas las personas mayores sin contraindicaciones específicas", destacan los autores en su estudio, publicado en 'Proceedings of the National Academy of Science'(PNAS).

Un 2% más de volumen cerebral

En el trabajo han participado 120 personas con más de 55 años, sedentarias y sin demencia. La mitad de ellas anduvo 40 minutos al día, tres veces por semana; mientras que el otro grupo se limitó a realizar ejercicios tonificantes. Antes y después de esta intervención todos los participantes se sometieron a una resonancia magnética.

Los datos revelan que las personas que practicaron ejercicio "experimentaron un aumento del volumen del hipocampo izquierdo y derecho del 2,12% y 1,97% respectivamente durante el primer año de entrenamiento, mientras que el grupo control obtuvo una disminución de esta zona cerebral de entre el 1,40% y 1,43%, en el mismo periodo de tiempo", se insiste en la investigación.

Se suman a ellos los obtenidos en los test de memoria espacial. Las pruebas que se realizaron a ambos grupos en tres intervalos de tiempo destacan que aquéllos que realizaron ejercicio mejoraron en la función de la memoria, un beneficio asociado al incremento del tamaño del hipocampo. Asimismo, se evaluaron ciertos biomarcadores asociados con la salud cerebral, como el factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF, sus siglas en inglés), cuyos niveles en sangre aumentaron de forma significativa entre los que caminaron tres veces a la semana.

Plasticidad cerebral

El científico Kramer y su equipo resumen el estudio alegando que "el hipocampo sigue siendo plástico a finales de la edad adulta y que el ejercicio moderado es suficiente para mejorar su volumen. Lo que se traduce en una mejora de la función de memoria y en una mayor concentración de BDNF. Estos resultados indican claramente que el ejercicio aeróbico es neuroprotector y que iniciarlo en la edad adulta es útil para mejorar o aumentar la cognición o el volumen cerebral".

Para el doctor Sanjuan es "curioso que no se mencione que esta función del ejercicio sobre el hipocampo y el BDNF, es exactamente la misma que realizan los fármacos antidepresivos; de hecho, el ejercicio físico es un reconocido tratamiento preventivo en algunas depresiones. También la psicoterapia puede modificar la neuroimagen cerebral (funcional y morfometría). Es decir, que los datos en conjunto sugieren que hay una gran plasticidad cerebral que puede modificarse por diferentes vías: como la química (antidepresivos); con la palabra (psicoterapia) o, simplemente, con el ejercicio físico".

Enlace fuente: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/01/31/neurociencia/1296469235.html

martes

Cascos para pensar mejor

James Gallagher
BBC, Salud

¿Estamos entrando en la era de los "cascos para pensar"; es decir, dispositivos para estimular el potencial de nuestro cerebro que, a la vez, podrían tener aplicaciones de salud?

¿Llegará el momento en que todos, desde escolares hasta jubilados, desde artistas hasta contadores, puedan recargar sus habilidades naturales con un sombrero estrafalario?

Ya se ha indicado que la electricidad puede estimular ciertos talentos, y ahora investigadores en Australia han descubierto una manera de ayudar a la solución de problemas matemáticos.

El equipo del Centro de Estudios de la Mente de la Universidad de Sidney, Australia, estima que las experiencias individuales pueden condicionar y, a veces, comprometer la capacidad de pensar de forma creativa.

Así, cuando el cerebro se acostumbra a resolver un problema de una manera, luego le cuesta cambiar el enfoque.

Los especialistas utilizaron unos conocidos problemas matemáticos con números romanos.

Pero luego de resolver repetidamente problemas en los cuales hay que cambiar los números, al cerebro le queda difícil resolver otros problemas en los cuales lo que se requiere es cambiar los símbolos.

Aunque aquellos que usaron los "cascos para pensar" lograron mejores resultados.

Corriente eléctrica

Los expertos pasaron una corriente eléctrica a través del cerebro de quienes usaron los dispositivos con el propósito de reducir la actividad del lóbulo temporal izquierdo anterior y aumentar la actividad del derecho.

Como resultado, se triplicó el número de personas capaces de resolver los problemas matemáticos.

Allan Snyder, director del Centro de Estudios de la Mente, se refirió a una especie de "efecto bisagra" que cambia el equilibrio entre las dos mitades del cerebro: "El enfoque que utilizamos logra temporalmente modular el equilibrio hemisférico a nuestro favor".

Snyder agregó que "los efectos de la estimulación probablemente duran una hora, que es exactamente lo que queríamos: una ventana temporal que nos permita estudiar el tema de una forma novedosa".

Algunos sostienen que estimular el cerebro puede mejorar la capacidad de aprender un lenguaje, así como también reforzar la memoria y la capacidad de atención.

En pacientes

Sin embargo, Chris Chambers, neurocientífico de la Universidad de Cardiff, en Gales, sostiene que la investigación de los expertos australianos posee limitaciones.

Según él, el estudio puede demostrar que la estimulación tiene un efecto en la solución de esos problemas matemáticos, pero no más allá.

E incluso en ese caso específico de los problemas matemáticos, anota, podría tratarse simplemente de que la electricidad hizo que la gente estuviera más despierta y alerta.

Entre tanto, en otro lugar del Reino Unido, Roi Cohen Kadosh, de la Universidad de Oxford, en Inglaterra, ha demostrado que la estimulación del cerebro puede mejorar la habilidad matemática.

En sus palabras: "El objetivo principal es aplicar este tipo de investigación en los pacientes con daños cerebrales o dificultades de aprendizaje".

Así, después, "podríamos estudiar la manera de utilizarla en el mejoramiento de las habilidades" cognitivas.

Ya Cohen Kadosh empezó a trabajar con empresas privadas en el diseño de un casco.

"El casco de pensar del futuro no servirá para ayudarnos a recordar datos, pues internet ya solucionó ese problema. Más bien, facilitará el aprendizaje y el amaestramiento de hábitos mentales".

Pero Cambers también se mostró escéptico respecto al "casco para pensar". Según le dijo a la BBC, "es ciencia ficción; todo lo que sabemos sobre el tema sugiere que podríamos estar a muchos, muchos años de conseguirlo, si es que alguna vez lo logramos".

Enlace fuente:http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/02/110208_pensamiento_casco_mente_salud.shtml