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Ansiedad, Zozobra Punzante

Por Marianella Albornoz

Fuente:
CosmoGuayana Latin Magazine

Woddy Allen, Nicolas Cage, Johnny Depp, Naomi Campbell y Courtney Love son algunas luminarias que padecen los estragos de este inquietante malestar que hace temblar hasta al más endiosado o circunspecto de los mortales. Conozca los pormenores de un trastorno emocional que respira agitado en el diván de los consultorios psicológicos

“No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro,ni de la cárcel, ni de la muerte.
De lo que hay que tener miedo es del propio miedo”.

Epicteto de Frigia

Marta Prado (seudónimo), se paraliza ante la presencia de su enojado jefe. En instantes, su corazón late tan de prisa que asemeja los contundentes repiques de una banda marcial. Los nervios la poseen y, vertiginosamente, deja de coordinar sus pensamientos, tratando de enfrentar, azarosa y torpemente, las tareas diarias. La causa es que la sola idea de perder su empleo la aterra, por lo que su estado de alerta -para prevenir un posible altercado con su superior-, la mantiene en una constante tensión. Lo que no sabe es que la zozobra que punza sus sentidos tiene un nombre: ansiedad.

De naturaleza común, es una patología que muchos asumen sentir, pero pocos podrían definir. Al respecto, César Landaeta, psicólogo clínico y especialista en Sistemas Humanos, egresado de la Universidad Central de Venezuela, valida sus pasos aludiendo a una famosa melodía compuesta por el poeta y músico venezolano José Enrique Sarabia, que reza: “Ansiedad de tenerte en mis brazos / musitando palabras de amor / ansiedad de tener tus encantos / y en la boca volverte a besar”. Y es que para este experto, la incertidumbre tiende a ser confundida hasta con el concepto de “ansias o deseos”. No obstante, resalta las abismales diferencias entre ambas ideas: “Se trata de un estado producido por la pérdida del equilibrio emocional caracterizado por pensamientos que amenazan al Yo, respuestas fisiológicas de una alerta inespecífica e intranquilidad generalizada”.

Por su parte, el psicólogo y psicoterapeuta Gerardo Velásquez, también egresado de la Universidad Central de Venezuela, resalta que “es un estado emocional desagradable acompañado por sensaciones de amenaza y preocupación excesiva por el presente o futuro”, coincidiendo con Landaeta al afirmar que despabila una aprensión “sin causa aparente”, disparándose así un conjunto de respuestas fisiológicas, cognitivas y conductuales como el miedo, la angustia, el nerviosismo o la inseguridad, resalta el experto.

Temeroso legado
Los estragos de este sobresalto desmedido, pueden “expresarse desde una temprana etapa”, asegura Landaeta, sin embargo no se atreve a ubicarla en una edad precisa, ya que sus primeros rastros dependerán “de cada individuo y de la forma como reaccione frente a las exigencias de su medio”, subraya, tras dejar por sentado que tampoco sería posible afirmar que un género sea más propenso que otro a encubarla.

Como una de las figuras supremas de los consultorios psicológicos y psiquiátricos -según lo asevera Velásquez, quien además dirige el Centro de Neuropsicoterapia anclado en Caracas-, la ansiedad es un soplo que no “hace distinción de edades”. En todo caso, lo que varía es el modo de manifestación y los factores que la desencadenen, como los “hereditarios, los de historia de vida, los aprendizajes asociados a estímulos favorables o desfavorables y los aspectos endógenos como la producción desequilibrada de neurotransmisores durante el proceso de activación e inhibición neuronal”, especifica, aclarando que “todos estamos expuestos a atravesar por una crisis en el tema”, pero es la referida cadena de elementos la que establecerá que algunos individuos sean más propensos que otros al momento de ser acechados por esta garra paralizante.

Contrastando las apreciaciones que incitan su aparición, Luis Mariani, médico psiquiatra egresado de la Universidad de Buenos Aires, presidente de la Sociedad Iberoamericana de Salud Mental en Internet y director del portal Eutimia.com, asegura que este conmoción “puede revelarse al comienzo de la adultez”. En cualquier circunstancia, su temerosa mecha también puede encenderse desde la infancia, “constituyendo un buen ejemplo de los trastornos de angustia por separación”. Simultáneamente, a juicio del indagado, “las mujeres son más vulnerables a sus efectos que los hombres”.

Hay que saber...

  • Según Gerardo Velásquez, psicólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela, y actual director del Centro de Neuropsicoterapia, anclado en Caracas, los trastornos de ansiedad son más comunes en los países occidentales.
  • Esta paralizante patología tiene una incidencia aproximada, en la población de 8 a 10%, así lo destaca Luis Mariani, médico psiquiatra egresado de la Universidad de Buenos Aires y presidente de la Sociedad Iberoamericana de Salud Mental.
  • A juicio del psicólogo clínico y especialista en Sistemas Humanos, César Landaeta, “el miedo es una reacción ansiosa de alta intensidad, con las fobias en el extremo de la línea”.

Variopinta patología
Dependiendo del motor que la promueva y del lapso temporal al que se prolongue, la ansiedad podrá ser el factor común de una dilatada clasificación. Al respecto, Mariani refiere que su abanico se despliega en versiones: trastornos generalizados, los de pánico, los de tipo social, las fobias específicas, el desequilibrio por estrés agudo, el disturbio obsesivo-compulsivo, la tensión postraumática, la secundaria impulsada por enfermedades médicas como el hipertiroidismo, el consumo de fármacos y la suscitada por alteraciones en la vida social, laboral o familiar.

Cuando las personas muestran una “constante preocupación, esperando siempre lo peor, a pesar de que no existan peligros reales, y les cuesta deshacerse de sus inquietudes”, emiten señales contundentes, advierte Velásquez. Danilo Contreras (seudónimo) comparte su experiencia en el portal argentino Osea.ellitoral.com: “Durante un largo período sufrí lo que se denomina ansiedad generalizada, según el diagnóstico que me dio mi especialista. Sentía que el tiempo nunca me alcanzaba, por lo que tenía que hacer todo muy rápido y la situación no me dejaba disfrutar de nada. Al final del día, terminaba angustiado.

Por momentos tenía una sensación de miedo por lo que no podría cumplir. Tuvela suerte de no haber llegado a un punto extremo o a una fuerte depresión, gracias a las alternativas naturales como yoga, meditaciones y terapias para armonizar mis emociones”, declara. César Landaeta engloba estos casos en los confines del tipo flotante, “en donde la persona vive en vilo, como si algo peligroso estuviera por ocurrir, pero finalmente no termina de hacerlo”. En este contexto, Luis Mariani, explica que este sinsabor puede persistir durante más de seis meses y abalanzarse sobre una amplia gama de acontecimientos o actividades.

En los sucesos de pánico, Gerardo Velásquez describe que “la persona experimenta sorpresivas e intermitentes crisis de súbito e intenso terror que duran lapsos aproximados de 10 minutos, tiempo suficiente para dejar a la víctima emocionalmente exhausta y amilanada”. Acorralados por estos espectros, los afectados pueden padecer palpitaciones fuertes, dolores de pecho, sensación de asfixia u hormigueo en algunas partes del cuerpo y miedo a morir.

Entre el bien y el mal
Pese a que, en puntuales ocasiones, la ansiedad puede ser considerada, según estipula Landaeta, como una “reacción lógica y necesaria ante un peligro real o potencial” -impresión que resulta positiva al permitir que el individuo “examine sus recursos para resolver conflictos o amenazas”-, también es cierto que, en niveles álgidos, puede impulsar respuestas fisiológicas capaces de acabar en “parálisis de extremidades o faciales, dolores generalizados, conductas desesperadas, intentos suicidas” y, aunque parezca increíble, hasta un infarto al miocardio, especifica el especialista en Sistemas Humanos. Luis Mariani añade que tan penetrante patología puede turbar las relaciones “interpersonales, e incluso el rendimiento laboral o académico”. Según el galeno, sólo puede considerarse como positiva cuando prepara al individuo para enfrentar algunas situaciones como “competir en una carrera de atletismo, dar una conferencia ante una gran audiencia o enfrentarse a un examen académico”.

Patología aniquilada
Mermar los estragos de esta hostil realidad, será, ocasionalmente, un asunto de voluntad, pues “de no tener mayores limitantes, las revelaciones ansiosas podrán ser manejadas mediante el aprendizaje de técnicas antiestrés-relajación, meditaciónyoga, o con el uso de productos ansiolíticos naturales”, sentencia Landaeta. Pero si el sujeto pierde la capacidad de controlar los síntomas, será necesario refugiarse en la ayuda médica. De esta manera, la neuroterapia, también conocida como neuro-feedback, la acupuntura y diversos ases de la medicina alternativa, podrán ser los tratamientos indicados, refiere Velásquez. En otros panoramas, el psiquiatra argentino recomienda combinar una “psicoterapia de orientación cognitivo-conductual con medicación”. Lo capital es estar consciente de que “hay muchas vías que llevan a una solución, por lo que el tratamiento dependerá de la persona y de la severidad del trastorno”, concluye el director del Centro de Neuropsicoterapia.

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